jueves, 16 de agosto de 2007

Mi Vida en Chaca


Llegué a Chaca en julio del 2006 si mal no recuerdo, llevaba una mochila de esas para camping, una maleta y muchas ganas de trabajar.

Esta ha sido la primera vez que he ido a un lugar completamente desconocido para mi, sola, solo con la referencia de que mi amiga y colega que trabaja en una ONG de la zona y que podía conversar con el personal de un puesto de salud de una zona rural, de un departamento (Ayacucho), del que solo había oído historias y al que jamás había visitado para que me dieran alojamiento.

Antecedentes: Ayacucho es uno de los departamentos mas pobres del Perú (si es así lógicamente es uno de los lugares mas pobres de Latinoamérica, por que esto no es Miami), su zona rural es aún más pobre (mmmmm…), esta zona rural queda en Huanta (donde se inició el terrorismo….) no importa pensé, después de todo no son solo más que antecedentes...

Mi amiga fue la mejor anfitriona que alguien pueda desear, desde mi llegada a Ayacucho hasta instalarme en Chaca no me faltó nada.

Una vez instalada en la posta de salud, saqué mi plano de actividades, me preparé un café y comencé a leer los nombres de las comunidades que visitaría a pie y que hasta el momento solo conocía de nombre. Antes de seguir avanzando en este relato quiero aclarar que nunca supe que significaba eso de centro poblado, distrito, anexos, caseríos, etc; los únicos distritos que conozco son los que siempre atravieso de un lado a otro en combi, ahora “entendería” a que se refería mi amiga cuando por teléfono o mail trataba de hacer que entendiera “eso de las subdivisiones” de la zona rural de Huanta.

Nro 1: El distrito de Santillana tiene un solo odontólogo; aquí ya comienzan los problemas por que es un distrito que solo tiene la friolera cifra de ¡5,573 almas!

Nro 2: toda la población esta distribuida en diversos pisos altitudinales y los pueblos quedan en las márgenes de montañas que están a 3,500 msnm; unidas solo por trochas.

Visité los pueblos acompañando al técnico de salud que salía a esas poblaciones a las 5 de la mañana, hora en que apenas si puedes verte las manos (es la pura verdad). En el camino lo que si veía eran las luces de las combis que pasaban raudamente; yo, con la ingenuidad que siempre me caracteriza le pregunte al enfermero: ¿no es muy peligroso que viajen a esta hora, les puede pasar algún accidente? La respuesta fue una gran risa: “Son los pasantes de droga; los bultos que llevan son kilos de hojas de coca o quizá de la procesada”. Bienvenida al Perú, pensé; ahora si era para mí real esas cifras que dicen que somos los mayores productores de droga, las estaba viendo allí, delante de mis ojos en cuatro ruedas cruzando los andes tan impunemente como cuando yo cruzo la Av. Larco.

Realicé mis evaluaciones dentales sin mayores problemas, en todos lados encontraba personas receptivas que deseaban cooperar con mi investigación, ejemplos hay varios, en el pueblo de Pallca una docente que llevaba ella sola todos los grados de primaria me pidió que les diera una charla de salud dental a los niños (ella traducía mis palabras al quechua), todos llevaban sus cepillos dentales donados por la ONG Visión Mundial en sus maletas y era cosa de reforzar lo que ellos les habían enseñado, en Pachanja visité casa por casa a los niños y les explique personalmente como realizar el cepillado dental correctamente.

Pero mientras pasaban más los días me iba percatando de muchas cosas, al inicio cuando recién llegué sentía la clásica pena por la pobreza de las personas y las malas condiciones en que debían vivir, pero mientras más los conocía veía que muchas de las limitaciones que padecían eran en realidad fruto de costumbres perjudiciales pero muy arraigadas en ellos; La ONG Visión Mundial trabaja muy duramente para poder instruirlos y que cambien viejos concepto por unos mas adecuados y acordes con beneficios reales; me contaba mi amiga: “Aquí, los niños pesan 2,500 gr. Es un peso bajo que no esta relacionado con la altura que es lo que supuestamente se cree; es producto de una mala alimentación que comienza con la distribución de los alimentos en la familia; siempre se le da de comer mejor y esto incluye el consumo de proteínas al hombre de la casa incluso si la mujer esta embarazada, ella queda postergada a lo que quede a bien, los niños nacen desnutridos por lo que siempre están somnolientos, eso hace que no tengan fuerzas para llorar pidiendo de lactar y las madres que deben trabajar en la chacra consideran esto una ventaja por que los niños no las molestan mientras están en la faena y no le dan el pecho sino cuando están desocupadas que no es muy seguido, este niño desnutrido crece con múltiples carencias que se verán luego palpablemente en el colegio cuando no rindan lo suficiente” y como ese hay varios ejemplos más. Ayuda esta llegando, aunque no en todos lo casos con un buen enfoque, lo que mas recuerdo son los alimentos que entrega el PRONAA a esta y otras comunidades, el detalle es que todo el tiempo solo entrega cuaker y galletas con el mismo sabor a ¿vainilla?, ahora imagínense ustedes con esa dieta todos los días de lunes a viernes, es un suplicio y lo es para ellos, por eso muchas veces no la consumen y se queda arrinconada en las casas.

Recuerdo bien el tercer día de mi estadía, quise ver el atardecer y la aparición de las estrellas en la tarde así que me fui al parquecito de al lado del puesto de salud y me senté muy melancólica pensando en cosas que ni recuerdo, el técnico salía también y me dejó las llaves. Esperé que llegara la noche con la calma de quien no tiene nada más que hacer en este mundo mas que solo esperar, una vez cumplido mi objetivo y apurada por el frió decidí regresar al puesto de salud donde tenía agenciada una muy buena cama, traté de abrir la puerta pero esta tercamente se negaba a dejarme entrar, estuve intentándolo como por veinte minutos y nada, miraba a mi alrededor y la noche y el frió no me daban sosiego hasta que al fin oscureció y a pesar de la luz de los faroles todo era negro, ese fue el instante de la absoluta soledad, estaba muriéndome de frió a 3,500 msnm con gente a la que realmente no conocía ni me conocían, pisando piedras y tierra y mirando por la ventana el limpio y nuevo puesto de salud que había sido inaugurado unos meses atrás iluminado. Entonces lo comprendí, por primera vez en mi vida comprendí lo que era el infierno por que eso que vivía era la parábola de la Biblia sobre las mujeres que no esperaron con las lámparas prendidas la llegada del novio; “Se quedarán afuera, donde es la noche y el rechinar de dientes”; eso me estaba pasando, mis dientes rechinaban de frió y estaba sola y abandonada frente a los elementos. Fue entonces cuando apareció Marina, una pobladora que era promotora de salud y que limpiaba la posta todas las noches, intentó abrir la puerta pero tampoco pudo así que me tomó de la mano y me llevó, al inicio no sabía a donde por que no pude entender lo que me quería decir con sus enredadas explicaciones, solo recuerdo que estaba todo oscuro, que apenas si podía ver las piedras del camino, que estaba prácticamente ciega aferrándome a su hombro para no caer, me llevó por un pequeño camino, volteamos no se donde y descendimos a una casa de paja, dentro, el humo de una sopa caliente y el calor del fuego me explicaron todo, en realidad no había necesidad de palabras, todo absolutamente todo iba directo al corazón… y mi corazón probó una sopa caliente y se calentó junto al fuego de un hornillo y comió papas con sal y sintió el resplandor que irradia la sonrisa de un ser humano cuando se convierte en prójimo.


Testimonio de Mónica R. Gonzales

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